Para A. C. R.
Hay cosas que prefiero no decir
las guardo como mecanismo de
autodestrucción
con la esperanza de no atribuir mi
muerte
a nadie más que a mí mismo
Hay cosas que prefiero llevar hasta
el silencio
esa montaña desde la que lanzo cosas
insignificantes
como nombres, paisajes y verbos.
Prefiero clavar mis pasos justo en
el borde del abismo
y esperar el estruendo de lo que nos
mantiene en pie,
por desgracia, la inercia no se
rompe en el vacío
Las palabras se quedan ciegas
cuando son necesarias
pero
insuficientes,
como insuficiente resulta la memoria
para almacenar causas perdidas.
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